miércoles, 23 de abril de 2008

Creo firmemente que las nubes son el mejor invento del mundo, y sueño con que alguien me regale una. Pinto mis tardes de color azul, pero a veces, cuando me faltas, salen del gris más feo que te puedas imaginar. Tengo una lista de deseos cumplidos y por cumplir. Observo como la primera aumenta poco a poco, y la segunda rápidamente. Me gustan los collares y las estrellas. Me dan nostalgia las estaciones y los aeropuertos. Me encantan los (re)encuentros. Me gusta pintar con lápices blancos en cartulinas negras. Odio la palabra “adiós” y hacer las maletas. Aunque si fueses mi destino me encantaría lo segundo...
Me gusta guardar cosas en cajas. Desde libretas viejas hasta colorines rotos. Y abrirlas años después (o no llegar a abrirlas). Mis ojos hablan cuando mi garganta no puede hacerlo. Y se inundan si te vas. Pero eso no es más que uno de esos secretos que se guardan a voces. A las personas, como no caben, las guardo en mi corazón. Y la verdad es que como nunca has estado conmigo, podría pensar que tampoco te has ido. Me pierdo entre las páginas de cualquier libro, que son mi hogar desde que aprendí a leer.
Reciclo corazones.

Colecciono momentos, días y sonrisas. Las lágrimas son algo tan común que creo que no vale la pena fijarse en ellas. Tengo un muñeco que sabe cómo me siento preguntándome qué canción escucho. Tengo una mitad que me hace sonreír cuando aparece. Si sumas a C y a N obtendrás como resultado a mi corazón. Y si sumas a todas las personas que te he descrito, sabrás que sin ellas, yo no soy más que la nada reflejada en un charco. Sueño en las bibliotecas. Vivo en un mundo en el que si corres, llegas tarde. Me doy buenos consejos que siempre sigo. Y no me gustan las fotografías en blanco y negro porque sólo vivo en colores.

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