domingo, 27 de julio de 2008

En los libros de astrología siempre se estudian esas cosas... Las estrellas. Se dice que son esferas, pero las dibujan con cinco puntas. Dicen que generan energía en su interior, pero yo creo que generan ilusiones. También he leído que se observan en el cielo como puntos luminosos, que nos guían... Dicen que el Sol es la estrella que más brilla, porque es la que se encuentra más cerca de nosotros. Me gustaría poder contaros cómo son las estrellas, sin palabras de esas tan raras que les gustan a los científicos, pero como no tengo la suerte de conocerlas todas, os diré cómo es la mía, mi estrella. Mi estrella es sueños por cumplir. Palabras grabadas en la retina. Cosquillas a distancia. Flores que no se marchitan. Flores que se marchitan pero renacen más bonitas que antes, con mil colores diferentes. Canciones que nadie canta. Lugares olvidados. Personas que esperan. Personas que desesperan. Sonrisas que se esconden. Corazones con tiritas. Días de sol. Días de lluvia. Días de tormenta... Mi estrella brilla más que el Sol, incluso cuando se apaga. Es pentagramas con notas al azar. Guitarras de mil cuerdas. Globos de colores. Botones que no quieren ser cosidos. Mi estrella es magia. Y, aunque nunca lo pidió, se quedó con el polvo de hadas que Campanilla les regalaba a los niños perdidos. Es canciones para el tiempo. Canciones para la distancia. Es recorrer kilómetros para verme sonreír. Es no rendirse nunca. Es aprender de lo que enseña. Es enseñar lo que aprende. Mi estrella es juegos de palabras. Metáforas que nadie entendería.

Hoy estoy aquí porque él se ha convertido en mi estrella. Y no sé qué palabras elegir. ¿Cómo decirle lo importante que es para mí? Creo que si enlazara todas las letras del mundo y formara todas las palabras que existen, no bastaría. Así que he decidido quedarme con dos. Sólo con dos, pero que valen por mil...
Simplemente: Te quiero.

Por cada lágrima que me ha hecho derramar. Por todas las sonrisas que me ha dibujado. Por todas las veces que me ha levantado. Por demostrarme que los regalos inesperados son los mejores. Y por todas esas cosas (esos secretos) que él sabe y no hace falta que vosotros conozcáis.

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