Sandra y yo somos las que siempre volamos por encima. De todo y de todos. Aunque debo confesar una cosa, ella fue quién me dio las alas. Porqué a mi... volar volar, tampoco es que se me de muy bien. Sinceramente, vuelo de pena. A veces demasiado bajo, y me pincho con todas las mierdas por encima de las que vuelo, e incluso me cortan la piel, las muy putas. Aunque hay veces que vuelo hacia lo más elevado, rozando las nubes, y allí me encuentro con ella. Sandra. Ella me ha enseñado gran parte de lo que sé, me ha enseñado a volar por encima de todos. Debo admitir que hay veces que no lo consigo, y que me caigo de culo desde lo más alto... pero qué cojones, nadie es perfecto ¿no? Pues eso. En cambio ella... Ella vuela siempre recto, y no hay nada ni nadie que la frene (excepto yo, claro, que la pobre siempre se tiene que parar para recogerme). Tiene las cosas muy claras, y en eso es tremendamente firme: para que tenga el más mínimo interés en tí debes tener unas ansias tremendas por volar, debes desearlo con todas tus fuerzas por qué, si no lo haces, si no sientes ese deseo frenético que irrumpe poco a poco en tu interior, no hace falta ni que te acerques.
(text Nerea, t'estimo liliput)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario