miércoles, 30 de abril de 2008
Al quinto día de conocernos trajiste un reloj antiguo a mi hogar. Las primeras noches me costaba dormir cuando al desaparecer los ruidos diarios escuchaba el giro de las tripas del aparato. Pronto me fui acostumbrando pero hay algo en él que sigue enigmándome. He pasado horas viendo correr sus manetas doradas, respetando los cánones del tiempo como si se tratara de un orden sagrado o de una medida divina para dirigir el destino del universo, pero no siempre he podido estar con el ojo encima y ahí nacen todas mis sospechas. Dentro del reloj que me regalaste, vive un fantasma que juega con mi tiempo. Adelanta las manetas cuando estamos juntos y las retrasa cuando aún te espero...
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